domingo, 25 de marzo de 2012

¿Fanfarronada o realidad?

Hola a todos,

hace un mes que no escribo en el blog. La verdad es que no sólo ha sido por falta de tiempo (que también), sino por falta de ganas. Me ha faltado inspiración, no sé, supongo que esto es como todo, ¿no? Hay días que escribiría un montón de cosas y otros en los que, aunque lo intento, no soy capaz de hacerlo. De hecho, incluso me he encontrado en algunos momentos desbordado, me explico: hay veces que tengo tantas cosas que comentar, que me bloqueo y acabo por no escribir nada. Pero el viernes, ojeando en Internet, me topé de frente con una noticia que me devolvió la inspiración en un chasquido. Y me decidí a teclear tras estar casi al borde del colapso por lo sorprendente del artículo.

¿Conocéis a Emilio Botín? ¿Ese señor al que las entidades bancarias de toda Europa respetan y ensalzan como una de las personas más brillantes en el ámbito bancario, y que se pasea como Pedro por su casa por el box de Ferrari en los grandes premios de Fórmula 1 alrededor del planeta? Estoy seguro que sí. Cómo no conocer al banquero más mediático y "simpático" del mundo financiero, con ese apellido tan acorde a su profesión. La verdad es que es digno de admirar, el hábil banquero ha conseguido evadir causas judiciales desde hace tiempo, y sigue en la brecha a sus 77 años haciendo honor a un apellido que le viene como anillo al dedo, tanto a él como a sus familiares y antepasados, que constituyen un vasto linaje de magnates bancarios.

En fin, vamos a la noticia, que es lo importante. Resulta que, según varios medios de comunicación, el señor Botín se ha despachado a gusto afirmando en una entrevista a un periódico americano que su banco, el Santander, nuestro orgullo patrio, aumentará su beneficio en un 50% en los dos próximos años. ¿Esto será verdad o es otra fanfarronada del presidente del Santander? Si es lo segundo, me quedo más tranquilo. A mí, personalmente, me da igual que un banco mienta a un medio de comunicación estadounidense, ahora bien, lo que no me gusta es que esto dispare las ilusiones de las personas que esperan, como agua de mayo, que el crédito vuelva a fluir, para poderse financiar y salir del atolladero en el que reposan indefinidamente. Porque claro, yo, al leer la noticia, me pregunto cómo, en una crisis tan profunda, se puede generar un beneficio tan brusco. Beneficio que nos recuerda a los no tan lejanos tiempos de bonanza. ¿Significa que en dos años el dinero volverá a circular y la crisis quedará en una mera anécdota? No me parece justo que en tan delicada situación, se generen falsas esperanzas entre la maltrecha población trabajadora. No obstante, sigue pareciéndome mejor que sea una fanfarronada que no se vaya a cumplir, que una realidad. Porque si el beneficio del banco español crece de acuerdo con los pronósticos de su presidente, me tengo que poner serio. ¿Por qué? Porque si esto ocurre no será porque hayamos salido de la crisis. El Banco Santander tendrá sus suculentos ingresos pero el crédito va a seguir sin llegar al ciudadano de a pie, argumentando las mismas sandeces que utilizan ahora para negarle financiación si se atreve a cruzar la oficina del director de banco de turno con la utópica intención de acceder a un préstamo. Y eso me parece indecente, por no llamarlo de otra manera... Esta clase de gente no tiene delicadeza, ni empatía con nadie, ni solidaridad, ni vergüenza, ni escrúpulos. Más aún, se vanaglorian de sus "logros" gritándolos a los cuatro vientos sin pensar que están jugando con las esperanzas de las personas; sin tratar de comprender que si, la mayoría de los mortales, estamos viviendo una pesadilla de la que no sabemos cuándo vamos a despertar, es en gran parte, por sus "inteligentes" estrategias.

Señor Botín, no alardee tanto de su potencial y, si realmente, tiene fuertes convicciones de que su banco va a crecer a ese nivel, guárdelo para sus círculos privados. Hoy por hoy, no nos sentimos orgullosos de que uno de nuestros bancos esté considerado como uno de los mejores, no señor. Hoy, pensamos que entidades como el Banco Santander, BBVA, Telefónica, Repsol, Inditex, Iberdrola, etc., no son dignas de que sintamos orgullo por ellas porque, una vez más, nos demuestran que, pese a las dificultades vividas en la actualidad, siguen ganando cantidades desorbitadas de dinero y, para colmo, aún tienen la osadía de quejarse públicamente de sus problemas y así justificar el aumento de sus precios y la reducción de los derechos de los trabajadores. ¿Tengo que sentir lástima por ustedes? ¿Y quién siente algo por nosotros? Ándense con ojo señor Botín, usted y todas las aves de rapiña de su especie, que el ambiente se crispa y están en el ojo del huracán.

Buenas noches y hasta la próxima.

sábado, 25 de febrero de 2012

Pasión turca

¡Hola amigos!

Hace unos días hice un viaje muy especial. Fue un viaje por trabajo y, aunque no pude ver prácticamente ningún monumento ni lugar importante por falta de tiempo, fue una experiencia enriquecedora. Estuve en Turquía durante unos escasos tres días, a caballo entre Estambul (parte europea) y Bursa (ya en Asia). Me hospedé en un pequeño hotel de la zona europea, justo delante de la Mezquita Azul. En Bursa estuve dos días y una noche. Esta ciudad está al sur de Estambul, al otro lado del Mármara. Para ir hasta allí tienes dos opciones, "chuparte" más de 200 km. en coche o autobús, o cruzar el mar del Mármara a lomos de un ferry (hora y media más o menos). Me decanté por la segunda opción.

¿Y qué decir de este país? Pues lo mismo que dicen la mayoría de los que han tenido el privilegio de visitarlo. Que Turquía no es un país que dé miedo o sea inseguro. Es más, me atrevería a decir que me sentí muy cómodo en todo momento. Su gente es encantadora y su trato exquisito. Eso sí, tienen un carácter muy comercial, a veces son hasta un poco pesados (en el buen sentido, no se me vaya a enfadar algún turco o turca). En varias ocasiones, me detuve a leer el menú de los restaurantes (en turco y en inglés, como debe de ser), y aún no había leído el primer plato y ya tenía a un empleado del restaurante preguntándome qué me gustaba más y ofreciéndome asiento (de forma muy amable, por supuesto). Estos empleados estaban a la puerta de la mayoría de restaurantes de la zona, y eran su gancho. Todos ellos hablaban inglés (al menos conocían las frases necesarias para atraerte a su local y mostrarte su menú), algo que se agradece, porque si no llega a ser así, no quiero ni pensarlo.

El turco es un idioma complicado. Las personas con las que tuve el placer de compartir mesa o café, me comentaban que el turco es un idioma cuya pronunciación coincide con la escritura. ¡Anda, como el español! Pero, claro, obviaron decir que la fonética no es la misma, lo que me trajo más de un problema a la hora de llamar a las personas por su nombre, porque no era capaz de pronunciarlo correctamente. Quería al menos memorizar la palabra "Gracias" en turco, pero cuando les pregunté cómo se pronunciaba, me quedé desolado. Imposible para mí. Tras varios intentos frustrados y risotadas varias por parte de aquellos entrañables personajes, preferí anotarlo en mi lista de cosas para hacer antes de morir: "aprender la palabra gracias en turco". Mención aparte el teclado de los ordenadores, muy similar al nuestro, pero con algunos pequeños retoques que colmaron mi paciencia. Afortunadamente, mi portátil estaba allí para ayudarme a salir del paso.

Otro aspecto que me llamó la atención fue el comedor de la empresa que visité. Llegué, cartera en mano, repasando la cantidad de liras turcas que habitaban en ella, haciendo el sencillo cálculo de "2 liras turcas = 1€" (en realidad unas 2,30 liras turcas equivalen a 1€ pero no iba a ponerme tiquismiquis con los céntimos), y... ¡sorpresa! Comida gratis (dos platos, postre y bebida). Resulta que en la industria turca, la empresa se hace cargo de la dieta de sus empleados y, en el mismo comedor, podías encontrarte al novato que acababa de empezar y al jefe de planta. De inmediato me vinieron a la memoria los casi nueve años en los que asisto a diario a la oficina con el bocata o la fiambrera, como si fueran una extensión de mi brazo. Vaya, vaya... A ver si Turquía no va a ser como me la estaban pintando los que, por otra parte, nunca han estado allí...

Respecto a la cocina, otra sorpresa. Todo el mundo me preguntó al volver: "¿has comido kebab?" Como si en Turquía sólo se alimentaran de ello. Por supuesto que había kebab pero, tras estudiar los menús de los restaurantes, preferí degustar otros manjares. Aunque, os agradecería que no me preguntéis el nombre, porque lo mío con el idioma turco no ha sido, precisamente, una cuestión de amor a primera vista. En principio, la comida turca, no difiere tanto de nuestra dieta mediterránea, básicamente porque Turquía también está bañada por el Mediterráneo en su parte occidental. En el primer restaurante en el que desembarqué, probé una especie de paté para untar que sabía a pescado, estaba muy rico. Tenía varios tipos de pan para elegir en la misma cesta, entre ellos, el que se usa para el kebab. La cosa prometía y no me defraudó. Como primer plato, una ensalada (mega-ensalada), con los siguientes ingredientes: endivia, tomate, lechuga, gajos de naranja, trozos de una fruta muy dulce similar al higo, pero más consistente (no sé exactamente de qué fruta se trataba) y trozos de filete de ternera. Estaba excelente, pero no me la terminé, quería dejar algo de espacio en mi estómago para el segundo plato. Tampoco recuerdo su denominación pero me lo presentaron de forma espectacular, en un caldero en llamas, como el que se utiliza aquí para la paella, con pimiento verde y rojo, cebolletas, ajo, pollo, tomate y arroz. Era un plato exquisito y, además, algo picante, tal y como me gusta. Quizá un poco pesado para la cena pero la ocasión lo merecía. También la cerveza me gustó, creo recordar que era marca "Efes". De las comidas en la factoría, decir que pocas novedades respecto a las que te puedes encontrar en España, cocinadas, eso sí, de forma algo distinta: arroz, lentejas, verduras... Nada del otro mundo en sabor pero, ¿qué se le puede pedir al comedor de una fábrica, y más siendo gratis? Nada que objetar. Sólo comentar que, en mi segundo día allí, comí con un ingeniero cuya esposa hablaba español y había visitado nuestro país en numerosas ocasiones. El hombre tomó del buffet libre un bote de una bebida blanca y me dijo: "Pruébalo, esto es nuestra horchata, a lo mejor te sabe raro al principio, pero luego no dejarás de beberlo". Cuando cogí el bote, pensé: "bah, esto es yogur líquido, ¿qué cree este tío, que en España no tenemos?" Típica frase de chulería española. Cuando di el primer sorbo se me vino a la cabeza lo siguiente: "o esto está caducado o aquí la peña se está quedando conmigo y hay que añadirle azúcar". Pero entonces, observé cómo en la mesa de al lado, nadie ponía nada en el extraño brebaje, se lo metían entre pecho y espalda así, a pelo. Este señor, de repente, me suelta: "Sí, es una especie de yogur con sal". ¿No me digas? (Pensé yo con sarcasmo). Por supuesto no me lo terminé, y aún estoy esperando el momento de no poder dejar de beberlo, tal y como me había advertido el bueno del ingeniero, pero tampoco hice ninguna mueca ni aspaviento y, con suma tranquilidad, le espeté: "No está mal". Ayran se llamaba el producto, y por lo visto es una bebida muy consumida por aquellos lares.
Primer plato.

Segundo plato.

En cuanto a los hoteles, el de Estambul era muy encantador. Era un hotel humilde, no nos vamos a engañar, pero estaba sito muy cerca de la Mezquita Azul (espectacular la vista desde el Mármara a través del cristal del barco). Decorado muy "turco", la verdad, adjunto una instantánea para que lo podáis ver. Respecto al de Bursa, todo lo contrario: lujoso y occidentalizado, nada hacía pensar que te encontrabas en Turquía (salvo la tele), no hubo manera de encontrar un dichoso canal en castellano. Albergué la esperanza de encontrar el Canal 24 de TVE durante un esperanzador zapping, como cuando viajé a Polonia, pero esta vez la Diosa Fortuna me dio la espalda.
Hotel en Estambul

¿Y el clima? Frío y nieve. En principio pensé que sería más similar al clima que tenemos aquí pero bueno, tampoco es que fuera extremo. 5 ó 6 grados menos que en Valencia. Incluso me gustó, la nieve le daba un aire muy bonito a la parte vieja de Estambul, en donde, además, conocí a un señor chileno (qué grandeza la del vínculo que crea entre dos personas hablar el mismo idioma cuando están rodeadas de gente que habla otro totalmente diferente). Fue la última noche, en un bar. Andaba yo con precaución por las calles nevadas, me apetecía una pizza, sin más, así que no me enzarcé en una búsqueda exhaustiva de comidas turcas y, donde leí "Pizza", aposenté mi trasero. Me pedí una de carne y poco que resaltar, prefiero las de aquí. Tampoco estaba en Italia, así que no voy a reprochar nada en este sentido. Este señor (el chileno) había viajado solo, a la aventura. Decía que llevaba años viajando así. Hablaba inglés, pero no turco, y estuvo diez horas viajando desde no sé qué ciudad de Turquía hasta Estambul, entre autobuses y taxis. Coincidimos en el buen feeling que transmitía el ciudadano turco, siempre dispuesto a echar un cable y ofrecerte sus servicios. Tuvimos una breve charla acerca de los viajes y demás, (sentí sonrojo al ver todo lo que sabía aquel hombre, pero bueno, también tendría 40 años más que yo). Contaba que, cuando terminó la universidad, se vino a Europa sin hablar más idioma que el español, y que estuvo viviendo por el centro de Europa durante un año, apañándose como podía. Interesante, y digno de elogio, su plan para el día siguiente, tras diez días por Turquía: visitar los lugares de Estambul que relata el nobel de literatura Orhan Pamuk en su libro "Estambul. Ciudad y recuerdos". Me resultó tan extraordinaria su intención que, aparte de sentirme un perfecto inculto a su lado, no me quedó otra que rendirme a la evidencia y admirarle. Antes de marcharse, un apretón de manos y un breve pero sincero "encantado y suerte".

Como curiosidad, al volver de Turquía emitieron la película "La pasión turca", de Vicente Aranda, con Ana Belén como protagonista. Este film está basado en una novela de Antonio Gala (que no he leído aún), aunque hay que decir que el escritor estuvo bastante en desacuerdo con la adaptación para la gran pantalla (más motivo para leer el libro). Sólo hago mención a la peli y la novela por el mero hecho de que el título me viene como anillo al dedo para esta entrada de blog. Gracias, señor Gala.

Creo que me he extendido demasiado en esta narración y entenderé que no lleguéis hasta el final. Vosotros, estimados lectores, sois soberanos de leer, igual que yo de escribir pero, si habéis llegado hasta aquí, os lo agradezco y, además, os invito a que, si tenéis la oportunidad, aprovechéis para viajar a Turquía. Quitaros los prejuicios que la sociedad occidental ha esparcido por el aire, abrid vuestras mentes y disfrutad. Lo recomiendo sin duda.
Mezquita Azul.
Hasta la próxima entrada.

domingo, 12 de febrero de 2012

Mercados...

¡Hola a todos!

Los mercados... ¡Qué palabra tan de moda! Cuando pienso en un mercado me imagino una calle de algún pueblo en el que se instalan tiendas desmontables que dudo que pasen alguna certificación ISO o tenga en cuenta la prevención de riesgos laborales. Sus dueños son personas humildes, como tú, estimado lector, y como yo. Personas que abandonan el refugio de sus camas cuando aún no se han puesto las calles, haga frío o calor, deseando que no llueva para poder montar su negocio y pelear por un jornal que les permita dar de comer a sus hijos. No hay maldad ni deshonestidad alguna en ello. Además, los mercados tienen un encanto especial, con las gitanas gritando a diestro y siniestro "que me los roban de las manos" (los ajos, se sobreentiende), o el mercader que se dedica a instar a sus clientas a comprarle "unos pantalones nuevos para su marido, señora". Sus técnicas de venta quizá no sean muy ortodoxas, a lo mejor los tenderos pueden, incluso, parecer groseros o maleducados para gente que no esté acostumbrada a transitar por estos mundos llenos de humanidad.

Humanidad... esa es la palabra clave. Cuando escuchamos hablar de los mercados en los medios, el significado de la palabra "mercado" cambia de forma drástica. Cuando escucho que "los mercados han castigado a nuestro país", "los mercados no han reaccionado de forma positiva a las reformas impuestas por el gobierno", "recuperar la confianza de los mercados"... de verdad, me recorren escalofríos por todo el cuerpo. ¿Cómo es posible que algo que se dice llamar "mercado" sea el que marque el devenir de los acontecimientos? ¿Quiénes son esos mercados para azotarnos tan vilmente? ¿Nos damos cuenta realmente de lo que están haciendo estos mercados? A mí, cuando pienso en un mercado, me viene a la cabeza el mercado de mi pueblo de toda la vida. Y no me imagino a este mercado decidiendo cómo tiene que funcionar la economía. Veamos: si yo voy al mercado es porque necesito comprar algo o, tal vez, no tenga la más mínima intención de hacerlo pero, ¡vaya! Resulta que me adentro en él y, de repente, veo algo que está muy bien de precio y me gusta. Entonces me decido a comprarlo. Si no veo nada interesante, no compro. Aunque lo más seguro es que, si no tengo necesidad de comprar, ni me acerque al mercado. Es decir, que hago lo que yo quiero, yo decido, y el mercado sigue a lo suyo. Por tanto, ¿qué tipo de mercados son los que aparecen sin cesar en los informativos? Porque, yo no soy ningún experto pero, actúan de forma diferente. Estos mercados se dedican a castigar a los países. Actúan de la siguiente forma: "Este país ha crecido tanto en cuarenta años que su mano de obra se ha encarecido, por lo cual, voy a dejar de invertir y, entonces, los perros falderos del gobierno moverán el culo rápidamente a cambio de unas migajas. Tendrán que hacer reformas que reduzcan o, si puede ser que eliminen, los derechos de los estúpidos plebeyos que creerán que es algo necesario. Y, sólo entonces, a lo mejor vuelvo a invertir en ese país y, la clase baja aún nos aplaudirá por llevarles empleo". ¿Os suena de algo? La humanidad de la que hablo a principio de este párrafo no existe para este tipo de mercados. Sus artes son malévolas. Nosotros somos los que consumimos y les hacemos ganar dinero, es decir, somos el cliente. El cliente siempre tiene la razón. Por tanto el cliente decide dónde invierte y dónde no. Si no me gusta este mercado me voy a otro. Para estos mercados supremos, la cosa es al revés, ellos deciden dónde invertir. Y lo peor es que tú (y yo) seguirás comprándole, porque está todo tan globalizado, que pueden cambiar los nombres, pero los señores que están detrás siempre son los mismos.

Hace unos días tuve la ocasión de compartir mesa con un señor alemán casi octogenario. Fue un alto directivo de una conocida factoría de automóviles. Recordaba el hombre, con una sonrisa en la boca, mientras devoraba una excelente ensalada como primer plato, cómo fue su primera visita a España. Corría el año 1963, España salía de una posguerra, comenzaban a verse ciertos vientos de cambio en un estado que había permanecido aislado del mundo durante más de veinte años. Este señor, viajaba en coche desde Alemania con un compañero que le recomendó llenar el depósito nada más pasar la frontera de Francia. Así lo hizo, en la primera gasolinera que avistó, detuvo su vehículo, bajó y, al observar bien el sitio, se extrañó: "¿dónde están los surtidores de gasolina?" De repente, apareció el chico de la gasolinera, con un bidón con ruedas y una bomba. Eso era el surtidor. La gasolina, evidentemente, estaba a un precio irrisorio. A la hora de comer aparcaron en un parador y comieron, según sus palabras, "de puta madre" (curiosa expresión cuando se escucha con acento alemán). Al terminar el segundo plato, pidieron café y una copa de coñac. Cuando el camarero se plantó delante de la mesa lo hizo con dos copas enormes y se dispuso a llenarlas. Los alemanes se quedaron boquiabiertos cuando vieron que casi se las llenó hasta arriba. Para más inri, el camarero dejó la botella encima de la mesa. Todo esto les resultaba cuanto menos extraño, a sendos bávaros, que no sabían si les estaban tomando el pelo o es que "Spain is different" (la verdad es que ambas cosas podían ser ciertas). Pero la mayor sorpresa fue cuando pidieron la cuenta. Les resultó tan barato que creyeron que en España sacaban una cuenta por cada comensal, pero no, la cuenta era la de los dos, "una ganga" según él. Y, desde entonces, le gustó tanto el país, que cincuenta años después continúa aquí.

Bien, ¿y a qué viene esta historia? Pues muy sencillo, en aquella época, aquí era todo tan barato, incluso la mano de obra, que merecía la pena instalar fábricas de multinacionales extranjeras, y exportar sus productos por el mundo. Hoy, nuestro pequeño país, ha mejorado muchísimo respecto a aquellos años (pese a estar inmersos en tal debacle económica y política), y ya no resulta una ganga fabricar a lo largo y ancho de la piel de toro. Por eso pienso que este montaje de la crisis está hecho, nada más y nada menos, para que los trabajadores nos bajemos los pantalones, aceptemos las reformas (entre las cuales tenemos la laboral que hoy entra en vigor), y nos apretemos el cinturón. De ese modo es posible que las grandes multinacionales sigan produciendo aquí. Es decir, que esos mercados (formados por bancos, agencias de calificación, bolsas, empresas monstruosas y personas sin escrúpulos varias), tenían todo planeado, para que se esfumen de un plumazo nuestros derechos, estemos más sometidos a su control, sigamos comprando sus productos y continúen llenándose sus bolsillos a costa nuestra y, lo peor, que encima, les estemos agradecidos. Como veréis, estos mercados hacen que la palabra "mercado" sea desvirtuada. En mi opinión, deberían cambiarle el nombre por, no sé, se me ocurren unas cuantas (diablos, malignos, Jinetes del Apocalipsis, destrozavidas, rompealmas, hijos de... el mal). Podríamos hacer una encuesta y seguro que saldría ganador un nombre similar pero, entonces, mencionarlos en los informativos y periódicos, haría que se creara una imagen muy negativa de lo que son los mercados en el cerebro de la mayoría, y esto no les interesa. El hecho de darles un nombre tan cercano y tan humano como "mercado", les permite hacer y deshacer según convenga a sus propios intereses, pasando desapercibidos para gran parte de la multitud, que sigue enzarzada en una lucha verbal en casi todos los corrillos, defendiendo a un partido o a otro, culpando al contrario, aumentando el riesgo de accidente cardiovascular tras acaloradas disputas que no llevan a nada. Y mientras tanto, los mercados del mal, campando a sus anchas encantados de la vida. A veces pienso que merecemos lo que tenemos, por no ver más allá de nuestras narices.

jueves, 26 de enero de 2012

¿Por qué? Yo no entiendo por qué...

Hola amigos,

seguro que muchos de los que hayan leído el título de esta entrada habrán pensado en Mourinho, al menos los aficionados al fútbol, que recordarán cómo el entrenador del Real Madrid rezaba dichas palabras después del mal resultado cosechado ante el eterno rival en uno de los muchos "Clásicos" que se vivieron la temporada pasada. Pero no, no tenía en mente ahora mismo al polémico portugués. Más bien estaba pensando en otros personajes no menos polémicos pero, como no me gusta acusar a nadie directamente con el dedo y, porque hay tantos a los que señalar que no tengo bastantes dedos para hacerlo, prefiero hablar de hechos y no de personas, ya sabéis, aquello de "se dice el pecado pero no el pecador". Y, ¿por dónde empezar? ¿Por qué no hacerlo por algo tan actual como los recortes que se están llevando a cabo en educación? Vamos allá.

El sábado se vivió en las calles de Valencia una marcha que rompió con todas las previsiones de asistencia. Miles de personas se reunieron para protestar contra los recortes que están provocando una situación sin precedentes en el País Valenciano. Una situación que no es normal en un país desarrollado. No puede ser que en la segunda década del siglo veintiuno, los estudiantes tengan que llevarse mantas a clase porque no hay dinero para la calefacción. O que en los lavabos no haya jabón para las manos o papel higiénico. O incluso que los niños se tengan que traer los folios de casa y permanecer durante años en barracones prefabricados. Por desgracia, está ocurriendo, y no tiene pinta de acabar ahí la cosa. Me podría pasar horas hablando de los despropósitos que se han llevado a cabo en la Generalitat Valenciana desde hace años. Podría hablar de la Ciudad de la Luz, de la Ciudad de las Artes y las Ciencias, de Terra Mítica, del Aeropuerto de Castellón, de Emarsa, de la dictadura informativa de Canal 9, de la Trama Gürtel, de la Fórmula 1, de la America's Cup y de muchos más proyectos, empresas de dudosa credibilidad, políticos corruptos, grandes eventos y un largo etcétera del que aún conoceremos más datos en un futuro más bien inmediato. Pero hablar sobre ello no sería una novedad pues, exceptuando al supuesto canal público de todos los valencianos, todos estos temas están de sobra abordados por los medios de comunicación del resto del estado (aunque se ha echado de menos más cobertura informativa de la manifestación en televisión).

Por eso, porque no sería una novedad y porque aburriría hasta las piedras, voy a ir un poco más allá. Vuelvo al principio de este artículo, ¿por qué? ¿Por qué narices se va a recortar en educación? ¿Por qué un derecho tan básico y que con tanto esfuerzo y lucha se ha ido esparciendo por todos los rincones, hasta llegar hasta el lugar más recóndito y lejano de esta sociedad cosmopolita, se desmorona de un día para otro? ¿Por qué? Podríamos echarle la culpa a esas "mentes privilegiadas" que se han dedicado a hacer y deshacer a su antojo, sin que nadie se atreva a contradecirles, sin que nadie se atreva a pararles. Ésos que no han tenido pudor de derrochar el dinero de todo ser viviente, sin detenerse a pensar, por unos instantes, que algún día haría falta para otros menesteres. Han actuado con soberbia, prepotencia, orgullo, avaricia, gula, lujuria, envidia... Y se han reído de nosotros. Lo peor de ello es que, a pesar de todo, siguen riendo y riendo sentados en sus butacones, fumando puro y bebiendo un buen brandy, mientras reciben regalos lujosos de personajes sin escrúpulos. Son políticos, son farsantes, son escoria. Al igual que esos banqueros que los manejan cuales títeres en manos de niños hiperactivos, y les dicen: "ahora puedes, ahora no, ahora sí, ahora haz esto, ahora haz lo otro, ahora arrodíllate a mis pies...". Pero hay más, hay un trasfondo que no es tan fácil de ver y no, no se me ha ido la cabeza y he dejado corretear mis dedos por el teclado presos de la rabia, no. Simplemente he querido atar unas cosas con otras para dejar caer mi sentencia: el motivo por el cual nos recortan en educación es porque no les interesa que adquiramos conocimientos. Están, como hace décadas, introduciendo un nefasto sistema educativo dirigido a las clases altas. Quien tenga dinero podrá estudiar y, por tanto, podrá acceder a un mejor empleo y, por tanto, podrá tener más dinero y, por tanto, tendrá más poder. ¿Y los pobres y "nuevos pobres"? Volverán al camino de la incultura, que es donde han estado relegados en la historia, y tendrán que pasarse el día trabajando como bestias, sin tener tiempo para pensar porque, el poco del que dispondrán, lo pasarán en casa tan exhaustos que no podrán articular palabra. Y sin pensar, no podemos luchar, ni exigir, ni protestar, nada.

Y entonces me pregunto: "¿por qué?" Y me respondo: "Ya entiendo por qué".

domingo, 15 de enero de 2012

Crisis

Estimada Crisis,

te escribe uno de tus fieles acompañantes desde que llegaste, allá por el "lejano" año 2008... ¡Qué lejos quedan ya esos tiempos en los que todo el mundo era feliz! Vivíamos con una permanente e ingenua sonrisa, pensando que aquello que se empezaba a calificar como "burbuja inmobiliaria" continuaría escalando y escalando, arrastrándonos con ella con destino a un firmamento que, hasta entonces, sólo estaba reservado a unos pocos privilegiados. Cualquiera que se preciara tenía un gran coche, una gran casa, unas grandes vacaciones, una gran hipoteca... Todos rebosábamos felicidad a raudales, nos creíamos indestructibles ante la verdad, esa verdad que no queríamos ver, ni leer, ni escuchar. Recuerdo algunas charlas con mi padre sobre el tema. Él, gran aficionado a leer el periódico de los domingos, buscaba insaciablemente esas entrevistas a personajes extranjeros, cuyos nombres no aparecían en la lobotomizadora-televisión y que eran presentados como expertos, catedráticos, economistas... ¿Qué se le había perdido a mi progenitor en dichas entrevistas? ¿Qué es lo que encontraba en ellas? Era la verdad, esa verdad de la que huíamos la gran mayoría de mortales en aquellos maravillosos años. En estos artículos y entrevistas había serias advertencias de tu llegada, ¡oh Crisis! Se decía que venías con las armas cargadas para derramar sangre. Lo más curioso es que, pese a la lógica aplastante de los argumentos de los autores y entrevistados, y pese a que podían permitirse el lujo de hablar con propiedad, eran exiliados cruelmente a las secciones menos vistosas y "aburridas" de los periódicos, con el fin de evitar que se creara una alarma social que, a la postre, (puede que) hubiera suavizado la gravedad de la enfermedad a la que nos sometemos actualmente.

Al final, los pronósticos se cumplieron y aterrizaste por estos lares. Y tuve que darle la razón a mi padre y a esos señores pues yo también estaba adormecido por aquella vorágine de falso optimismo que embaucaba al más pintado, y me resistía a pensar que ibas a tocarme tan de cerca. Todo ello aun teniendo claro que si los precios de los pisos se incrementaban de millón en millón, mes a mes, y los sueldos no ascendían, ni de lejos, en la misma proporción, al final, las hipotecas nos iban a asfixiar. Yo, iluso de mí, pensaba que sólo entrarías en las vidas de aquellos pobres trabajadores de la construcción y que, pasarías por ellas como un relámpago para abandonarles tres o cuatro años después.

Efectivamente, me equivoqué. Y, aunque no he sido tan engullido por tu imponente presencia como lo han sido otros, también me he tenido que rendir a tus pies. Y reconocer que has venido para quedarte mucho más tiempo del que, en principio, nos prometieron. Y, mira por dónde, al final te he cogido cariño. Tu nombre es escuchado por mis oídos contaminados todas las mañanas a través de la radio de mi coche mientras me dirijo a trabajar (sí, soy uno de esos afortunados que trabajan, aunque no sé por cuánto tiempo más), leo como escriben de ti en todos los periódicos, como y ceno contigo, estás conmigo cuando comparto un rato de recreo con otras personas, sueño contigo e incluso has conseguido actuar de vínculo con desconocidos a los que me puedo encontrar en cualquier rincón. Eres muy grande, ya tienes tus propias biografías, contadas desde diferentes puntos de vista. Eres un fenómeno que ha logrado que niños, adultos, ancianos, hombres, mujeres, ricos, pobres, personas de diferente origen étnico, religión u orientación sexual hablemos de ti. No sé si los Beatles llegaron a tantas personas como has hecho tú y eso que eran más conocidos que Jesús. Y por ello, te felicito y, como sé que vas a permanecer a mi lado mucho más tiempo, y que, cuando te vayas, seguiremos hablando de ti, no me queda más remedio que rendirme a la evidencia y ofrecerte este homenaje en forma de entrada de blog. Y sólo me queda esperar que, cuando decidas irte, podamos hacer una gran fiesta de despedida en tu honor, a no ser que tu influencia llegue a tal extremo que nos vayamos todos contigo.

Un fiel seguidor.

domingo, 8 de enero de 2012

Bienvenidos

Hola a todos,

he decidido empezar el blog con una entrada-presentación para explicar los motivos que me han llevado a crearlo y los temas que se tratarán en él. La idea de iniciar un blog surge como respuesta a ciertas inquietudes que han venido desarrollándose en mi interior a lo largo de los años. No tengo formación específica en el campo de la escritura más allá de la adquirida en el colegio y en bachillerato. Sin embargo, el hecho de que nunca haya sido muy dado a la comunicación oral, ha despertado en mí una relativa capacidad de expresión escrita que me permite plasmar en papel (o, en este caso, en pantalla) aquello que va pasando por mi cabeza, esquematizando y sintetizando las ideas que albergo en ella. Por ello y, porque hay infinidad de asuntos que tratar en esta sociedad que compartimos, y también como desahogo personal, me propuse a mí mismo la confección de este baúl de pensamientos que espero que guste y en el que agradecería participe el mayor número de personas posible, bien a través de opiniones o bien a través de críticas (espero que haya alguna positiva). Todo ello con la finalidad de ir mejorando el resultado cada día y poder ayudar a todo el mundo a reflexionar o sentirse identificado con lo que planteo.

¿Y qué voy a plantear? En principio no hay un tema concreto y acepto propuestas, pretendo que sea un escenario abierto para que pueda actuar todo el que quiera con sus comentarios. La idea es ir recopilando información y tratar de analizarla para incluirla en alguna entrada. Esta información puede venir a través de noticias o de situaciones cotidianas que la mayoría de veces pueden pasar inadvertidas o incluso llegar a considerarse "normales" y que, en realidad, pueden estar escondiendo algo de lo que ni tan solo nos hemos parado a pensar. Mi objetivo no es hacer un collage de ideas encontradas en periódicos a base de "cortaypegas" sino ir más allá. Coger un poco de aquí, un poco de allá, pasarlo por la exprimidora de mi cerebro y sacarle el jugo. Pero, no sólo consistirá en esto, de vez en cuando encontraréis fragmentos escritos que parecerán extraídos de algún texto y no llevarán adjunta ninguna explicación. Serán simples pensamientos pues, como he dicho, también va a servir este blog como desahogo personal. Quizá, incluso, hasta me atreva a hacer algún pinito literario redactando alguna pequeña historia ficticia pero, por ahora, esto es sólo una quimera, ya se verá con el tiempo (y, por favor, si lo hago no me crucifiquéis, entended que soy un mero y novato bloguero).

Finalmente me queda agradecer el detalle a cualquiera que se digne a perder unos minutos leyendo mis entradas, aunque sólo lo haga una vez y, por supuesto, a mi pareja, que ha sido clave en el nacimiento de Devastador1984. Y, os preguntaréis, ¿por qué este nombre? Pues tiene un doble significado, por un lado, el más obvio, es que muestra mi intención de devastar conceptos preconcebidos e impuestos por el sistema. Y, por el otro, porque es un modo de homenajear al río que pasa por la zona donde me he criado y en la que sigo viviendo, que durante siglos ha sido el encargado de reinar sobre el paisaje y dar vida y colorido a esta hermosa tierra, así como, por contrapartida, crear caos y destrucción en numerosas ocasiones. Quien tenga curiosidad de ver de qué río se trata sólo ha de investigar un poco en "San Google" y lo averiguará. Respecto al 1984, creo que no hay lugar a la duda, es el año en que nació un servidor. Así que con esto doy por inaugurado el blog Devastador1984. Espero que sea de vuestro agrado.

Un saludo y, por cierto, Feliz Año Nuevo.

El Devastador siguiendo su curso hacia el mar
El Devastador devastando...